...y fue justo cuando la oveja, un día y sin avisar,
tomó la escopeta y fue en pos del lobo...
Érase una vez un lobo joven y apuesto quien, cansado de la mala fama que tenían los demás lobos decidió hacer algo a su respecto.
Se había vuelto vegetariano. Bueno sí, comía carne, si se le puede llamar carne al atún, y su dieta alta en proteínas la sustituyó con carne y queso de soya. La melena de su lomo estaba cuidadosamente recortada y hasta usó pupilentes azules para ocultar sus amarillos ojos heredados de su padre.
Sus colmillos los dejó como estaban pues le daban un cierto sentido de masculinidad "al fin y al cabo no dejo de ser un lobo" pensó.
Además, decidió ser un lobo culto y letrado, por lo que estudió y leyó de todo lo que la literatura le podía ofrecer, no quería ser tomado por un inculto e ignorante.
Incluso, hizo amistad con los cerditos del bosque y con Caperucita. La Abuelita de Caperucita, la Señora María del Refugio Roja nunca lo dejó de ver como algo más que un lobo "Es demasiado amigable, no me agrada", decía con desconfianza, "algo se trae entre manos".
Caperucita escoltada por el joven y apuesto lobo todas la semanas no era molestada por las alimañas del bosque así que sus viajes fueron más frecuentes hasta que se asoció con el lobo joven y los cerdos quienes aportaron capital para abrir una importadora de chorizo (de pavo y de soya) y quesos y pan gourmet.
Un viernes por la tarde, justo después de contemplar la puesta de sol, el Lobo encaminó hacia el bar para conocer gente nueva, como hacía cada viernes. Se acomodó en la barra y pidió un Bieckert con el cual se deleitó el paladar. A los 15 minutos llegaron sus socios quienes pidieron mesa y sendas jarras de cerveza estilo Dunkel y saludaron de lejos a su peludo amigo. Nuestro lobo pensó en pasar por la mesa pero desistió del intento al ver llegar a un terna de puercas que se posesionaron de las sillas vacías.
Prefirió no interferir con la diversión de sus amigos y se quedó en la barra, cuando de repente oyó una dulce voz quien en tono discreto, seductor y armonioso le dijo: "¿Me invitas una cerveza?".
El apuesto lobo volvió sus orejas y sus ojos a donde provenía la voz y descubrió a la corderita más hermosa que hubiera visto jamás. Presto, el lobo llamó al Hermano Oso detrás de la barra que le sirviera a la corderita lo que ella quisiera. La corderita se limitó a pedir una cerveza ligera.
Después de las presentaciones de rigor y de la breve plática en la que intercambiaron lo relativo a sus vidas, nuestro Lobo le preguntó a la corderita si buscaba a alguien en el bar. La corderita le confesó sonrojada que venía sola y que buscaba una aventura, algo nuevo.
Una pícara sonrisa se asomó a los labios del lobo y saliendo del bar invitó a la corderita a la colina a ver salir la luna y a aullarle. La corderita aceptó no sin manifestar su temor de estar rodeada de lobos, ya que es bien sabido que los lobos de toda clase y calaña se juntan a aullarle a la luna llena, mas nuestro muchacho la tranquilizó con un simple "...pero tú vienes conmigo, nada malo te pasará".
Fueron a la colina y la corderita aprendió a aullar, al principio con timidez, y después a dos voces junto con su nuevo compañero. Se rieron juntos y acto seguido, la corderita le dió un tierno beso en la mejilla. Nuestro héroe, sorprendido y no queriendo quedar atrás recitó una poesía de alabanza a la luna y a los bellos ojos de la corderita. Ella, tocada en sus sentimientos le preguntó quien era el autor de semejante traza de bellas palabras, el Lobo respondió con aplomo mirando al horizonte, "Wolfstein, de 'El Novio de la Noche'..."
Cuando la corderita le pidió que le declamara un poco más, nuestro peludo amigo contestó con cierto nerviosismo que prefería leer que declamar "Tendríamos que ir a mi departamento, pues allá están los libros, no traigo los libros conmigo, ¿me explico?"
"Pues vamos entonces a tu departamento y allá me lees, qué te parece?"
"Oooooookeeeeyyy", dijo nuestro Lobo tragando saliva, aflojando el nudo de la corbata y levantando ipso facto un dedo para pedir un taxi.
Minutos después, en el departamento del lobo, nuestro canis lupus sirvió un dulce vinillo de Narbona que la corderita paladeó gustosa. Luego, el Lobo empezó a buscar en su librero el par de libros de poesía que más gustaba para leerle a la dulce corderita. Mientras buscaba prestó atención a los ruidos dentro de su departamento a sus espaldas adivinando los movimientos de la hermosa corderita, pues aunque sus intenciones eran nobles, no era ningún novato y pretendía adivinar el meloso desenlace de esa noche.
clop, clop, clop - "Va hacia la puerta".
slam - "Cerró la puerta suavemente".
click clock - "Puso el seguro y corrió el pestillo? A eso sonó".
clip, clip, clip, clip, clip, clip, clip KLAK KLAK! - "Ah caray, no tengo tantas protecciones en mi puerta" pensó para sí el Lobo dándose la vuelta. Su corazón le dió un vuelco al ver a la dulce corderita portando una escopeta. El Lobo se quedó sin habla.
La corderita con pícara sonrisa y dulce voz le dijo... "Quítate tu ropa..."
"¿Perdón? ¿Qué es esto?" Respondió con nerviosismo el Lobo.
"Una escopeta, y ahora quítate tu ropa", dijo la corderita melodiosa acercándose a él.
"¿Y la escopeta es para...?" inquirió el lobo sin apartar la vista del trabuco.
"Para que lo hagas cuando te lo pida; desnúdate... ahora!"
"No entiend..." fué lo unico que alcanzó a decir antes que un culatazo a la mejilla le derribara y le hiciese escupir una muela.
"¡¡QUE TE ENCUERES COÑO!! ¡¿QUÉ PARTE NO HAS ENTENDIDO CARAJO?!"
Nuestro lobo amigo se incorporó."Mira, no creo que sea necesario qu..."
¡¡K-TUN!! Resonó el disparo en la habitación y el Lobo sintió cómo los perdigones le despeinaron. KLAK-KLAK! Cortó cartucho la corderita.
Nuestro peludo amigo apeló a su dignidad y orgullo lobuno, pero su instinto de supervivencia le hizo reparar en el dolor en su cachete y en los 58 centímetros de barril con negra boca que le regresó la mirada en una promesa de plomo y fuego. En automático, nuestro Lobo se desnudó. Al llegar a la última prenda aprovechó a la ahora distraída corderita y se la aventó a los ojos mientras se arrojaba de cabeza tras el sillón.
¡K-TUN! Voló el respaldo del sillón con tremendo agujero, nuestro amigo saltó de un lugar a otro; estaba en juego su vida, su piel y su dignidad lupina. ¡KLAK-KLAK!! Se oyó el corte de cartucho de nuevo.
¡K-TUN! Voló el jarrón veneciano - ¡KLAK-KLAK!
¡K-TUN! Adiós a la tele de pantalla de plasma - ¡KLAK-KLAK!
¡K-TUN! Se deshizo el estéreo y con ello los CD's de Michael Bolton - ¡KLAK-KLAK!
¡K-TUN! Explotaron las botellas de Merlot y Chianti en la mini cava - ¡KLAK-KLAK!
¡K-TUN! Se desintegraron varios libros de poesía del librero - ¡KLAK-KLAK!
*tic*
"¡Mierda!" Expresó con sorpresa la corderita - ¡KLAK-KLAK!
*tic*
"¡¡AJÁA!!" Gritó el lobo, quien saltó hacia la escopeta, forcejeó hasta arrancársela de las manos y derribó a la corderita con técnica depurada de Lobo Estepario y se puso encima de ella para evitar que se levantara.
"¡Se acabó! ¡Ya no tienes balas y estás indefensa! Le dijo el Lobo a la corderita.
"¡Oh! Yo no estaría tan seguro..." dijo sutilmente la corderita con burlona y seductora sonrisa..
*click*
Algo frío y amartillado se apostó sobre la sien del Lobo quien de soslayo alcanzó a leer "Smith & Wesson .44", soltó a su presa, bajó la testa abatido antes de sentir un cachazo y perder el conocimiento. Lo único que recordó escuchar fue una argentina voz que le decía "¡Vas a ser mío, ven para acá!"...
Recuperó sus sentidos y su memoria fragmentada con una punzada de dolor en la sien, echó un vistazo a la ruina que era ahora su departamento y se precató de que había sido objeto de abuso... le habían usado.
Escuchó voces en su departamento, intentó incorporarse y sintió las esposas que limitaban su movimiento. La policía estaba en su departamento... y la corderita seguía ahí también. El joven Lobo pidió ayuda y no recibió respuesta más allá de una patada. Escuchó además con gran asombro el relato de la corderita acerca de cómo el Lobo, abusando de su galanura, su escencia de predador y de su ingenuidad, se había aprovechado de ella... Incrédulo, el Lobo se carcajeó nervioso al escuchar lo irónico de la declaración de la corderita. Los policías le asesinaron con la mirada, incluso el sargento solicitó al teniente un minuto a solas con el lobo para hacerle escarmentar. El teniente le gritó a su subordinado que jamás permitiría que alguien esposado, por más culpable que pareciese, fuera azuzado y lastimado en su presencia, acto seguido salió del departamento.
Siete lágrimas derramó la corderita y siete sollozos exclamó. Nuestro amigo después de la madriza que le propinaron, vió como la escopeta fue puesta en una bolsa de plástico etiquetada como "Prueba-A". Después, el Lobo fue llevado a prisión.
El juicio fue breve, testificaron: la Abuelita, las puercas amigas de sus socios, la envidiosa zorra, el negro Cuervo e incluso sus congéneres los lobos, alegando que era él diferente, que mancillaba el buen nombre de los lobos y no era digno de contarse entre ellos. Claro, la testigo estrella fue nada más y nada menos que la corderita quien derramó de nuevo siete lágrimas y siete sollozos que conmovieron al jurado. El abogado defensor, quien era una rata pudo hacer poco o nada para defender a nuestro amigo Lobo.
Los testimonios eran tajantes y la evidencia abrumadora. El jurado tardó 12 segundos en deliberar y emitieron la sentencia. Comentaron que de haberse declarado culpable habrían sido benévolos. Habrían entendido (y tal vez justificado) que por ser lobo hubiese perdido la compostura a causa de sus instintos de cazador ante tan ingenua y cándida criatura y que le habría costado sólo resarcir los daños y un castigo administrativo. Pero por haberse declarado inocente le condenaron a cadena perpetua.
Silencioso partió el apuesto Lobo a cumplir con su sentencia. No había manera de defenderse... después de todo, ¿Quién creería la verdad?
¿Quién ha visto a una corderita cargar una escopeta e ir en pos del Lobo?
