Thursday, November 23, 2006

De Las Aguas Negras del Imperialismo Yankee

Así renunció, así lo decidió,
y me hace sentir MUY orgulloso...


...no más Sangre de Payaso para Jenny.

Sunday, November 12, 2006

De mis Ilusiones Púberes


Hace unas semanas mi carro estaba en el taller, de modo que tuve que tomar el camión urbano.
Abordé, pagué, me senté y miré mi boleto, en automático conté los números que conforman mi boleto.

21

Me dió un vuelco el corazón.

Hacía mucho tiempo que no veía uno de éstos.

Mi cabeza hurgó en los empolvados archivos de mi jumentú ochentera; briosa, jariosa y rocanrrolera. Ví a Felipe "El Cerillo", compañero de la secun quien me comunicó el secreto de que los boletos "veintiunos" eran canjeables por un beso con la chica más hermosa de la secun o cualquier niña que me robara el aliento. Era cuestión de escoger, y de llevarle el boleto para canjeárselo.

Joven falto de fé, me reprocha mi ego, nunca tuve el valor ni el coraje para enfrentar a una chica y decirle que yo quería que fuera ella quien me canjeara mi boleto por un delicioso, sencillo, delicado y tibio beso.

Aún con toda mi cobardía, ¿qué era lo que me impulsaba a guardar, almacenar y proteger no varios, sino cientos de estos boletos?
¿Cambiaría mi suerte?
¿Me atrevería a canjear uno solo?
¿Me atrevería algún día a acercarme a la chica?
La idea sola de sugerir un cambalache era aterrorizante. Era un lobo joven e inexperto. Además en cuestiones de chicas, estaba muy güey.

Sin embargo la duda me asaltaba. ¿Y si fuera cierto?
¿Qué pasaría si juntaba y canjeaba 100 veintiunos?
¿Se acostaría la chica conmigo?
Mi miedo al rechazo siempre fue más fuerte.

Cada boleto era contabilizado y doblado cuidadosamente y guardado en la cartera.

Era un veintiuno, número mágico, tres veces siete. Tres veces suertudo.

Aún recuerdo la noche de mi primer novia, de mi primer beso.

Mi primer tarde con una chica, de piel contra piel.

No hubo ningún veintiuno de por medio...

¡Oh falacia de falacias!

Viví engañado mucho tiempo, sin embargo...

...hace unas semanas tuve que tomar el camión urbano.
Abordé, pagué, me senté y miré mi boleto, en automático conté los números que conforman mi boleto.

21

Me dió un vuelco el corazón.

Hacía mucho tiempo que no veía uno de éstos...

Saturday, November 11, 2006

La Amo, pero...

... siempre me pone en la misma situación. Tiene mi esposa muy buen cuerpo, y cada vez que se prueba algo nuevo me pregunta "¿Cómo me veo?" Para evitar la ya consabida discusión en que terminaré durmiendo con el perro le respondo con una pregunta "¿Pues cómo te sientes?" Después de un año y medio ya agarró la pichada, no me permite evadir la pregunta, me atosiga, discutimos y siempre termino durmiendo en la sala... o con el perro.

... justo cuando me siento en el sillón después de un largo, tedioso y tenso día, para ver mi programa favorito en la tv, el cual es transmitido una vez a la semana, llega mi mujer, agarra el control y se sienta a ver un programa que es "súper interesante" claro, en otro canal. Le digo que no, porque acabrá durmiéndose, como siempre. Ella jura que no se dormirá y le doy chance. Cuarenta minutos despues está totalmente jetona. Mi programa favorito está por terminar.

... a veces me agarra lavando platos (porque yo también lavo los platos) y con las manos llenas de jabón lavatrastes mi mujer me sorprende por la espalda y me mete mano. Le prevengo que "no caliente el agua porque luego no se va a bañar" pero ella le sigue augurándome candente desenlace. Al dormir ya los niños estoy como lumbre y ella claro, está en profundo sopor. Si intento el "asalto nocturno" se encabrona y me golpea para que la deje dormir.

... cuando estoy a punto de dormirme, estoy completamente relajado, y ya voy de de bajada al mundo de Hypnos llega mi mujer a la cama y me dice algo así como: "mi hermano opina que estás muy pendejo por haber comprado ese carro usado que no vale madre..." obviamente me encabrono mucho porque me lo dice en un momento de vulnerabilidad y me encabrono más porque me roba el sueño del pinche coraje que me da.

... separo los champiñones, lo más rico de mi estofado y los guardo para el final. De repente mi mujer mete ágil tenedor a mi plato y antes que diga nada se chinga todos mis champiñones. Me hierve la sangre. Ella sólo voltea sonriente y con ambos carrillos llenos solamente dice "ooops..."

... siempre que vamos a un buen restaurante tengo por costumbre pedir un plato diferente, nuevo, exótico, para probar un pedacito más del mundo, hakuna matata dirían Timón y Pumba. No importa qué plato pida mi mujer de la carta, el mío siempre está más rico. Claro, después de que se chinga la mitad de su plato me pide que cambiemos. Por supuesto, yo apenas empiezo a paladear el mío.

... cuando estoy con un cliente entregando un proyecto y ultimando detalles me habla mi esposa y me pide que le diga cosas bonitas. Le hago la observación de que en ese preciso momento estoy con un cliente entregando proyecto y que cada segundo cuenta. Me despido de ella. Dos minutos después vuelve hablar para decirme que hay una cucaracha enooorme en la cocina y que la mira con ojos horribles. Le digo que la mate y cuelgo. Cinco minutos después me vuelve a hablar para decirme que roció a la malvada cúcara con raid y hace una detallada descripción de la lenta e inexorable muerte del insecto, acto seguido me pregunta qué es lo que quiero para comer.

... se le ocurre organizar una fiesta, desayuno, cena o tardeada con café en mi casa con las fresas de sus amigas, las muy solteras y las muy divorciadas justo el día que vienen mis amigos una vez al año a ver:
el supertazón,
el juego decisivo de la serie mundial,
el clásico,
la final de la copa europea,
la entrega de los Óscares, etc.

... grita, se aterroriza, se histeriza, ella y sus amigas se encierran y me manda llamar para que elimine a la terrible campamocha o mantis que se coló en la casa y está sobre la mesa infundiendo terror y limpiándose las antenas. Ella piensa que seré el héroe cuando la agarre y la mate o la eche fuera de la casa... a buen árbol se arrima.

Saturday, November 04, 2006

De Los Caballos en la Niebla








Me desperté en mi cama, solo...
había un fuerte olor a cigarrillo y
me incorporé.

Aún en pijamas bajé las escaleras
y ví el escritorio donde trabaja mi
esposa. Ella no estaba a la vista, la
computadora estaba encendida y
"La Mocos", la gata gorda y vieja
con aires felinos de María Félix
yacía desparramada y feliz en la
silla vacante.

Descubrí a mi esposa en el baño,
fumando y le solicité que le bajara
a la fumada, pues no podía dormir
y la regañé por fumar con la casa
encerrada.

Era enero, hacía un frío glacial, pero
sabía que éste iba a desparecer;
había mucha neblina y el servicio
meteorológico había anunciado que
saldría el sol al día siguiente.

Abrí la puerta y me asomé, eran las
tres de la mañana. Mi radio de visión
era de unos cinco metros. Era algo
fantasmagórico ver luz mercurial a
través de la neblina y sentir que la
luz no toca nada. No hay luz, no hay
sombra.

Salí a la banqueta y luego a media
calle. Apenas podía ver la acera de
enfrente. No había ni siquiera un
ruido lejano. Todo estaba muerto.
Un vacío sonoro, sordo. La neblina
era un atole blanco sin endulzar.

Y nunca pensé qué tan muerto
estaba cuando de repente escuché
ruidos de cascos equinos (?) sobre
pavimento.

De la niebla y de la nada salieron
trotando tres caballos, uno de pelaje
gris sucio, un bayo y un pinto.
Disminuyeron su paso al acercarse
a mí, y uno de ellos, el bayo volteó
hacia mí...

[-Buenas noches Alberto, qué bueno que acudiste a la cita.
- Finalmente te hemos encontrado.
- Llegó tu hora.
- Tendrás que venir con nosotros...
- Normalmente se requiere sólo uno de nosotros para llevarte, pero tu espíritu es muy especial, por eso somos tres. Yo te cargaré y ellos escoltarán el camino, pues hay peligros que nos aguardan. No uso silla ni aparejos, así que tendrás que montar a pelo, sólo te pido tengas cuidado con mis crines...
- Espero te hayas despedido de todos...
- Hayas arreglado tus asuntos...
- Y no hayas dejado pendientes...
- Es tarde, y la jornada será larga ¿Nos vamos...?]

El hechizo se rompió en el momento
en que mis helados pies demandaron
calor y el clap-clop de los cascos
herrados resonaron en el pavimento.

Los tres equinos continuaron su trote
sin detenerse y se internaron en la
niebla, cinco metros adelante,
desapareciendo de la vista, y el ruido
de los cascos se fue apagando hasta
que todo volvió a sentirse como
muerto.

Regresé adentro y cerré la puerta
a ese limbo surrealista. Me calcé un
buen par de calcetas y me metí en
la cama bajo el cobertor.

Sigo sin poder creer que amanecí
'como si nada'.
Esos caballos se llevaron algo mío.
a mí no me chingan...

No sé qué fue, y no sé si lo quiero
recuperar.
No sé si los volveré a ver en mi
vida...

...o al final de ella.

¿Tienes Problemas?


Hay ocasiones en que suceden cosas en la vida que te ponen de cabeza la perspectiva.

Dos cosas me sucedieron hace tiempo y las contaré brevemente:

Uno
Estaba una tarde en la barra de la desaparecida Hacienda de Coatepec (ahora Café DiMassimo), ahogando las penas en rico café y platicando con Ángel Gutiérrez el barman, cuando de pronto llegó Raúl, un amigo panameño (cliente frecuente) anegado en lágrimas y mentando madres a diestra y siniestra, pidió un espreso doble y sin "r", es decir un espreso doble y "espeso".
Ángel en su calidad de barman le preguntó el por qué de su malestar y Raúl con centroamericano acento escupió un verde veneno "a todah lah pinche' viehas" muy particularmente a la suya, su novia en turno, ¿la razón? porque habían discutido y se habían peleado.
Mi compadre Ángel le pregunta, -¿Y cortaron por eso?
No - contestó Raúl. - Solamente di'cutimos.
Ah - replicó Ángel -órale. Y continuó secando el interminable éxodo de copas de capuchino.
¿¡Pero qué le'h pasa!? - tronó Raúl - ¿Qué u'tedes nunca han tenido problemah con lah viejah?
Ángel me mira pidiendo permiso de réplica y le dejo hacer. Toma el pequeño estuche blanco que tengo ante mí y se lo pasa a Raúl. Yo guardo silencio y me trago mi comentario con un breve sorbo de rico espresso. ¿Qué eh ehto? - cuestiona sorprendido.
Le dice Ángel - Es la prueba de que tus problemas son una pendejada. Eso es el estuche que contiene el anillo de compromiso que el Negro le dió a su novia con la que se iba a casar. Hoy se lo devolvió, justo antes de que hoy en la noche partiera a su tierra para pedirle a su jefes que vinieran a pedir su mano. No solo le devolvió el anillo, aparte tronó la relación, así que no mames y vengas con lagrimitas porque 'te peleaste'...
¡Ah cabrón, y yo pensé que tenía problemas! Negrito, lo siento mucho, no sabía... Ángel, ¿te encargo una pizza de hamón y cha'piñones y una coca? - Respondió Raúl, a quien en ese momento se le fueron las lágrimas, le entró el hambre y se sentó a cenar.

Dos
Un domingo de Febrero de 1991 a causa de un mal cálculo de transferencia de calor me explotó en la mano una olla de presión llena con caldo de lentejas quemándome la mitad del brazo izquierdo y la mitad del abdomen. La ampollada fue instantánea, me habían cortado el agua esa tarde y no había manera de aplacar el intenso ardor. Acabé en el hospital civil en el área de urgencias, el internista no estaba seguro si la quemada era de primer o segundo grado así que consultó su manual. Demandé atención inmediata. No me estaba portando como prima donna nomás por marica, me estaba ardiendo de la chingada y la quemada ya había levantado ampollas.
Pensé que tenía problemas por lo que menté la madre al personal presente, reclamé que debía ser atendido de urgencia, hasta que llegaron las verdaderas urgencias. Una chica que venía de un baile-tardeada a la que le habían propinado (y roto) un ciego botellazo en el puente nasal por una riña. El internista se asomó al rostro de la chica e inmediatamente mandó llamar al otorrinolaringólogo, al traumatólogo de planta y al cirujano plástico. La internaron de urgencia.
Minutos después llegó en camilla una doñita con choque insulínico con convulsiones e insuficiencia coronaria, acomodaron su camilla junto a la mía y corrieron la cortinita opaca que no cumplía su propósito ya que dejaba pasar imagen y sonido. Después de 7 médicos echándole ganas, 4 inyecciones de no-sé-qué, 8 golpes eléctricos con la máquina de RCP, la señora entregó el equipo.
Dos casos más se presentaron en el transcurso de mi estancia en el área de urgencias. Después de atender a los verdaderos casos de urgencia (un paladar fisurado y un navajazo en un riñón), el internista, después de ver la final de Miss Universo se acerca conmigo y me dice "A ver amigo, ¿Qué era lo que tenía usted? Ah sí, ya me acordé, anda quemadito, vamos a ver..." Tomó un spray de xilocaína y si decir agua va me roció la quemada del abdomen que me ardió hasta el año que viene. Le dije una mala palabra. "A ver, ponga la mano" me dice.
"Le pongo pura chingada" le contesté, pero en los siguientes 2 segundos el dolor abdominal disminuyó hasta desaparecer.
Antes de poner el brazo el internista me dijo "ok, definitivamente no se va a morir de esto y se podrá ir a casa esta noche, eso sí, el dolor es opcional".
Irremediablemente puse el brazo y me roció con el analgésico que me ardió como mentada de madre, crudo y muy temprano. Salí de la sala de urgencias caminando erguido, mis hermanos estaban ahí y me miraron con una mezcla de sorpresa y enojo derivado del susto "¿¡Pues no que te habías quemado todo pinche Negro!?"
Contesté, "Pues sí me quemé cabrón, pero yo pensé que tenía problemas..." Regresamos a casa, calenté las lentejas y las acompañé de un par de chuletas que estaban todavía nadando en caldo de lentejas, y las bajé con una coca fría.

Ahora, si dices, piensas o sientes que tienes problemas, te pregunto yo, ¿comparado con qué o quién?

Tu pesar, dolor o sentir puede cambiar si pones las cosas en perspectiva.