Thursday, July 27, 2006

Del Encanto del Blues

Con esta canción quiero que me entierren cuando muera...

Pienso que es una de las piezas más hermosas y representativas del blues, y es cantada por el maestrísimo Louis Armstrong, potente voz, aguardentosa, (voz de Negro!). Se puede disfrutar un fragmento de la misma en esta voz si vieron la animación de Dreamworks "Madagascar".

Sin embargo, esta es una versión descubierta recientemente y me ganó el encanto de la misma. Es de la colección "The Great American Songbook" volúmenes 1, 2, 3 y 4. Son algo hermoso y digno de coleccionarse si gustas de este estilo.

Además, es interpretada por Rod Stewart con una voz hermosa, arrastradita, melancólica... no supe como definirla hasta que mi primo Benito allá en Tacuichamona me dió la palabra clave "es esa voz rasposita que tiene este cabrón que lo hace tan especial para los blues". Lo mejor del blues aparece aquí.

Es una colección excelente para una velada romántica, en pareja; para una cena con velas, pasta, un buen vino, una pieza de baile... un beso a media luz.

¡Disfrútenla!

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What a Wonderful World

I see trees of green, red roses too
I see them bloom, for me and you
And I think to myself, what a wonderful world

I see skies of blue, and clouds of white
The bright blessed day, dark sacred night
And I think to myself, what a wonderful world

The colors of the rainbow, so pretty in the sky
Are also on the faces, of people going by
I see friends shaking hands, sayin' "how do you do?"
They're really sayin' "I love you"

I hear babies cryin', I watch them grow
They'll learn much more, than I'll ever know
And I think to myself, what a wonderful world

Yes I think to myself, what a wonderful world
Oh yeah...

[Si te interesa conseguir esta colección, estará por tiempo limitado, puedes conseguirlos todos o por separado, no te compliques la búsqueda, sólo visita Amazon.com ¡Vale la pena!]

Historias Negras: Parte I

A todo mundo le han sucedido cosas extrañas, cosas inverosímiles, o han estado en situaciones hilarantes, confusas, problemáticas, bizarras como toalla femenina; es decir, cuado estás en el mejor lugar en el peor momento.

No siendo yo la excepción, he decidido publicar algunos de los sucesos más extraños que han sucedido a lo largo de mi vida. Cabe aclarar que mi vida se distingue por ser una cadena de sucesos muy por fuera de la media de lo que le sucede al resto de las demás gentes en este planeta.

Cualquiera que las lea me puede decir "Ah no es cierto, NO te sucedió eso!" Pero yo les digo "Y no me lo platicaron, YO estuve ahí". La mayoría son sucesos que acontecen siendo yo quien interpreta el papel protagónico, eso sí, en muchas de estas historias "negras" soy protagonista involuntario y sin guión. Pienso platicar las más inverosímiles, y, aunque me gusta agregar crema a mis tacos y aire a mis llantas, las voy a plasmar tal como me sucedieron.

De la Anciana que casi Mato de la Risa

Camino a San Antonio para visitar Sea World con mi familia, tuve que hacer escala técnica en Laredo, específicamente en el HEB-Farmacia. Necesitaba de un ungüento para aliviar una incómodidad en salva sea parte. Aunque no me molesta ni me quita el sueño admitir que padecía en el momento de un (muy) leve problema de hemorroides, tampoco es algo que me guste pregonar en voz de cuello y a los cuatro vientos.

Total, haciendo cuentas me faltaban unas tres, o tres horas y media de manejo a San Antonio, más una hora y media más para averiguar la ubicación del parque acuático y el hotel donde nos hospedaríamos da un total de cinco horas...

Demasiadas horas sentado.

Sin pena ni gloria me detuve en el HEB que está por el freeway y me lancé al área de farmacia. Bingo! había como 8 marcas diferentes cuyos precios variaban desde 4 hasta 32 dólares por producto. Tomé el que más me llenó el ojo (el que más me convenció pues) y me encaminé a la caja a pagar, claro, las cajas rápidas son las más nutridas y por alguna extraña razón, las más lentas.

Se acercaba mi turno y coloqué la larga cajita en la banda transportadora con la leyenda hacia abajo, no tanto por vergüenza, sino más bien por discreción. Me refiero al tipo de discreción que uno tiene al comprar 4 cajas de condones en el 7-Eleven justo cuando este está abarrotado de chavos y chavas portando todos la misma playera de algún retiro Cristiano.

Detrás de mí venían dos señoras de la tercer edad (como de unos doscientos años cada una), de ese tipo de parejas de doñitas que han estado juntas desde que iban al Kindergartën cuando impartía clases Frederick Froebbel. Ancianas del modo en que sabes que las reclama la tierra desde hace algunas décadas, pero han burlado a la parca porque una se niega categóricamente a partir de este mundo sin la otra.

No me percaté que estaban detrás de mí hasta que ví que una de ellas estiró la mano para tomar mi producto. La ví venir, la ví moverse en cámara lenta, estirar la mano... pensé en tirarle una mordida con gruñido canino, darle un sopapo en la mano por metiche, mirarla de soslayo con ojos de negro cambujo y levantarle el dedo índice en gesto de "don't you even dare"; intenté reaccionar pero fue demasiado tarde. La señora tomó la caja, se caló sus lentes bifocales y leyó la inscricpción.

Pensé en correr, en esconderme, en huir, pero la molestia era ya considerable para intentar la retirada estratégica. No podía recurrir al ya oxidado argumento "Is not mine..." Me quedé clavado donde estaba, esperando que la señora me regresara mi cajita y guardé un silencio sabio.

La señora me observó por encima de sus bifocales con un gesto interrogativo y silencioso que no supe interpretar con claridad. Ese gesto podía significar mil cosas así lo tomé como vino, como si me hubiese preguntado "Hemorroids? You? So young?" Le dije lo único que me vino a la cabeza...

"It's a pain in the ass..."

La tomé por sorpresa, d
efinitivamente... un estallido, la señora empezó a reír a quijada batiente, risa estridente, risa brillante, risa llena de vida... La otra señora no escuchó mi comentario pero empezó a reir contagiada de la carcajada de su compañera, se acercó a que le compartiera el chiste. La primer señora seguía en divertido despliegue, chispeante, incontrolable... risa, risa, risa y más risa hasta que ví que la señora no tenía más aire para reír... ¡ni para respirar! ¡En la madre! Empezó a toser, pero una tos sin fuerza, sin aire, su diafragma estaba vencido por el hilarante esfuerzo y su compañera materializó un inhalador de la nada para asistir a su sofocada amiga.

Segundos después la situación se controló y, habiendo recuperado el aire le comparte el chiste a su amiga, le muestra el tubo y le dice "This young man says they are a pain in the ass..." La otra señora se cala sus gafas toma el tubo y me dice "Oh, indeed..." Empezamos una conversación bastante casual sobre el asunto, pero con toda naturalidad, como si compartiéramos que té sabe más rico que cuál, o qué tipo de galleta se come con tal tipo de queso para botanear a las 4 de la tarde al aire libre.

Omitiré la cátedra sobre control de hemorroides que me impartieron las señoras, me platicaron de unos 15 productos aplicables para los distintos niveles de gravedad de tan delicado asunto, que van desde el ungüento-pomada-crema para controlar la ligera molestia-cosquilleo hasta el gel "frío glacial-instantáneo" con aplicador interno para "the painful purple and swollen sphincter that hurts like hell just by the thought of it".

Siguió mi turno, entregué la cajita al joven que me atendió, quien pasó la caja de manera intrascendente por el lector láser y me cobró. Pagué y salí disparado. Huí de la escena. Las señoras me dieron muy buenos consejos, pero quería evitar a toda costa que en voz de cuello me recomendaran con algún proctólogo poniéndome en evidencia. O que me recomendaran que utilice el dedo y no el aplicador, cualquier cosa. Opté por la graciosa huida en vez de la penosa entrega.

Me fui, con una sonrisa en la cara pensando en todos los posibles escenarios desde la caja hasta la salida de la tienda y cómo podría sortearlos... sin matar a nadie.

Friday, July 21, 2006

De la Mujer más Bella que he Visto Jamás o Arwen Undómiel en el HEB

Esta es una de las cosas raras que suelen sucederme en la vida. Le dan sabor a mi existencia porque me agarran bien desprevenido.

Fui con mi hijo al HEB G. Sada a surtir despensa, fruta sobre todo, cuando en el área de las manzanas choqué con un carrito por descuido. Cuando levanté la vista me topé de frente con la mujer más hermosa que he visto jamás en este planeta. Liz Hurley, Angelina Jolie, Nicole Kidman son una bola de pirujas pintarrajeadas que talonean en Reforma y Pino Suárez. Estaba viendo a una elfa, no del tipo de Liv Tyler en su papel de Arwen Undómiel, estaba viendo a la más hermosa de las criaturas de la fantasía épica ante mí.

Es en verdad hermosa esta chica, unos 25-26 años, cabello castaño, casi cobrizo, ojos verde intenso, piel almendrada con algunas pecas sobre la nariz sin llegar al estereotipo de Candy-Candy, labios bonitos, sin llegar a ser carnosos ni seductores... del tipo de hermosura que haría que alguien lanzara mil naves al mar, como en Troya. Que si Helena de Troya hubiera sido como ella, la guerra estaba completamente justificada.

Uno no cree que existen mujeres así fuera de las portadas de revista hasta que se topa uno de frente con ellas. Entonces te das cuenta que los poetas, la música, el arte, y todo lo que intenta definir a la mujer hermosa y bella tiene la base más sólida de todas. Es el tipo de mujer que te hace babear, que te pone a pensar desenchufando tus neuronas, que te embelesa, que te deja sin habla porque no existen palabras suficientes en el mundo para expresar su hermosura. Y yo me la topé de frente, en el HEB.

Se me cayó la baba, hasta el punto que me era difícil parpadear. Me tuve que apartar para que pudiera pasar.

Más adelante, en la sección de pescados estuve lidiando con mi hijo y tratando de hacerle entender que no íbamos a comprar camarones por el momento cuando escuché su voz, dulce, angelical, argentina... "¿me permite pasar?" Levanto la vista y ahí estaba ella de nuevo, ocupando el 110% de mi campo de visión, el resto de la tienda desapareció, mi carrito, con todo y mi engendro también desapareció, y sólo estaba ella ante mis ojos y sentí cómo se me desconectaron las neuronas una por una.

Salí de mi trance ante la insistencia de la elfa más hermosa por obtener un paquete de filetes de salmón ahumado, literalmente sacudí mi cabeza y me disculpé...

- Disculpe, me quedé embelesado...
- Perdón?
- Embelesado, ido (mis palabras fluyeron cual miel de Montemorelos vertida en una deliciosa taza de té)... sus ojos me sacudieron el cerebro.
- Mis ojos?
- Sí sus ojos, tiene usted los ojos verdes más hermosos que he visto...

La chica quedó sin habla, mi ego botó su corbata abrió su camisa y se convirtió en super-ego; la mujer más hermosa de este planeta seguía ante mí, y yo la estaba cotorreando...

- Por favor, no me diga que soy el primero que le dice eso. - Intenté matar dos pájaros con la misma piedra- Seguramente su esposo se lo debe decir a diario...
- Uh, no estoy casada, y tampoco tengo novio.
- Eso es más difícil de creer, en verdad le digo que es usted la mujer más hermosa que he conocido...

La Elfa se sonrojó y mi ego masculino salió disparado hacia el infinito.

- Pero le estoy estorbando, ya me muevo, para que usted tome lo que necesite. Espero que tenga un día mejor que el que yo estoy teniendo, lo cual es decir mucho. Compermiso... - Y me retiré hecho un campeón.

Mi hijo me preguntó -¿Papi, quién es ella?
- Ella es la mujer más hermosa del mundo. - Le contesté.
- ¿Más bonita que como mami?
- Sí, más bonita que mami... pero mami es mami. Como ella no habrá nadie igual o mejor.

Me marché de la sección de pescados y mariscos sintiéndome el más chingón de este planeta, pero ya tenía un imprinting en mi mente, de modo que intenté quitarme su rostro de elfa a base de jugos, danoninos, dos paquetes de sopa thailandesa, una caja de mamuts para mi niño (básico) y justo cuando elegí el cereal para mi niño y salí de ese pasillo me topé de frente con la Elfa y de nuevo mi cerebro me dió un vuelco.

La Elfa me clavó la mirada, sonrió de una manera que no puedo poner con palabras y me dijo con voz angelical, coqueta, seductora, pero sin ser sugestiva "Mmmh, usted me viene siguiendo..."

Me tomaron por sorpresa, mal parado, en curva y de bajada con pavimento mojado...

¿Saben como me puse? No rojo, porque el tono de mi piel impide semejante coloración, pero sí sentí encenderse mi rostro con un tono color ladrillo sin recocer y me volví a quedar sin habla. Mi ego murió de una caída libre al verse afectado por esos ojos color kryptonita.

Balbuceé un par de incoherencias, y la Elfa habiendo efectuado su hechizo sonrió, dio media vuelta y se marchó sin dar lugar a una réplica.

Volví a la realidad a base de un timbrazo de mi celular. Era Jenny mi esposa, pensé en algún momento volteando a las cámaras de seguridad que me estaba vigilando y su llamada era para castigarme, reprenderme, divorciarme o asesinarme; pero no, solo habló para preguntarme si seguía en el súper para que le trajera un par de cosas extras.

El resto de las compras fue en automático. Tuve que llamar a mi mujer dos veces para preguntarle qué fue lo que me encargó. No volví a ver a la Elfa.

Es ahí cuando maldije a mi teléfono celular por no tener cámara fotográfica.