Saturday, November 04, 2006

¿Tienes Problemas?


Hay ocasiones en que suceden cosas en la vida que te ponen de cabeza la perspectiva.

Dos cosas me sucedieron hace tiempo y las contaré brevemente:

Uno
Estaba una tarde en la barra de la desaparecida Hacienda de Coatepec (ahora Café DiMassimo), ahogando las penas en rico café y platicando con Ángel Gutiérrez el barman, cuando de pronto llegó Raúl, un amigo panameño (cliente frecuente) anegado en lágrimas y mentando madres a diestra y siniestra, pidió un espreso doble y sin "r", es decir un espreso doble y "espeso".
Ángel en su calidad de barman le preguntó el por qué de su malestar y Raúl con centroamericano acento escupió un verde veneno "a todah lah pinche' viehas" muy particularmente a la suya, su novia en turno, ¿la razón? porque habían discutido y se habían peleado.
Mi compadre Ángel le pregunta, -¿Y cortaron por eso?
No - contestó Raúl. - Solamente di'cutimos.
Ah - replicó Ángel -órale. Y continuó secando el interminable éxodo de copas de capuchino.
¿¡Pero qué le'h pasa!? - tronó Raúl - ¿Qué u'tedes nunca han tenido problemah con lah viejah?
Ángel me mira pidiendo permiso de réplica y le dejo hacer. Toma el pequeño estuche blanco que tengo ante mí y se lo pasa a Raúl. Yo guardo silencio y me trago mi comentario con un breve sorbo de rico espresso. ¿Qué eh ehto? - cuestiona sorprendido.
Le dice Ángel - Es la prueba de que tus problemas son una pendejada. Eso es el estuche que contiene el anillo de compromiso que el Negro le dió a su novia con la que se iba a casar. Hoy se lo devolvió, justo antes de que hoy en la noche partiera a su tierra para pedirle a su jefes que vinieran a pedir su mano. No solo le devolvió el anillo, aparte tronó la relación, así que no mames y vengas con lagrimitas porque 'te peleaste'...
¡Ah cabrón, y yo pensé que tenía problemas! Negrito, lo siento mucho, no sabía... Ángel, ¿te encargo una pizza de hamón y cha'piñones y una coca? - Respondió Raúl, a quien en ese momento se le fueron las lágrimas, le entró el hambre y se sentó a cenar.

Dos
Un domingo de Febrero de 1991 a causa de un mal cálculo de transferencia de calor me explotó en la mano una olla de presión llena con caldo de lentejas quemándome la mitad del brazo izquierdo y la mitad del abdomen. La ampollada fue instantánea, me habían cortado el agua esa tarde y no había manera de aplacar el intenso ardor. Acabé en el hospital civil en el área de urgencias, el internista no estaba seguro si la quemada era de primer o segundo grado así que consultó su manual. Demandé atención inmediata. No me estaba portando como prima donna nomás por marica, me estaba ardiendo de la chingada y la quemada ya había levantado ampollas.
Pensé que tenía problemas por lo que menté la madre al personal presente, reclamé que debía ser atendido de urgencia, hasta que llegaron las verdaderas urgencias. Una chica que venía de un baile-tardeada a la que le habían propinado (y roto) un ciego botellazo en el puente nasal por una riña. El internista se asomó al rostro de la chica e inmediatamente mandó llamar al otorrinolaringólogo, al traumatólogo de planta y al cirujano plástico. La internaron de urgencia.
Minutos después llegó en camilla una doñita con choque insulínico con convulsiones e insuficiencia coronaria, acomodaron su camilla junto a la mía y corrieron la cortinita opaca que no cumplía su propósito ya que dejaba pasar imagen y sonido. Después de 7 médicos echándole ganas, 4 inyecciones de no-sé-qué, 8 golpes eléctricos con la máquina de RCP, la señora entregó el equipo.
Dos casos más se presentaron en el transcurso de mi estancia en el área de urgencias. Después de atender a los verdaderos casos de urgencia (un paladar fisurado y un navajazo en un riñón), el internista, después de ver la final de Miss Universo se acerca conmigo y me dice "A ver amigo, ¿Qué era lo que tenía usted? Ah sí, ya me acordé, anda quemadito, vamos a ver..." Tomó un spray de xilocaína y si decir agua va me roció la quemada del abdomen que me ardió hasta el año que viene. Le dije una mala palabra. "A ver, ponga la mano" me dice.
"Le pongo pura chingada" le contesté, pero en los siguientes 2 segundos el dolor abdominal disminuyó hasta desaparecer.
Antes de poner el brazo el internista me dijo "ok, definitivamente no se va a morir de esto y se podrá ir a casa esta noche, eso sí, el dolor es opcional".
Irremediablemente puse el brazo y me roció con el analgésico que me ardió como mentada de madre, crudo y muy temprano. Salí de la sala de urgencias caminando erguido, mis hermanos estaban ahí y me miraron con una mezcla de sorpresa y enojo derivado del susto "¿¡Pues no que te habías quemado todo pinche Negro!?"
Contesté, "Pues sí me quemé cabrón, pero yo pensé que tenía problemas..." Regresamos a casa, calenté las lentejas y las acompañé de un par de chuletas que estaban todavía nadando en caldo de lentejas, y las bajé con una coca fría.

Ahora, si dices, piensas o sientes que tienes problemas, te pregunto yo, ¿comparado con qué o quién?

Tu pesar, dolor o sentir puede cambiar si pones las cosas en perspectiva.

3 Comments:

At Sunday, November 05, 2006, Blogger Mustia hasta los huesos said...

AHHH QUE REFLEXION!!!

TIENES RAZON, CADA QUIEN VE SUS PROPIOS PROBLEMAS TAN GRANDES O PEQUEÑOS COMO CADA UNO QUIERE.

GRACIASS NEGRITOOO

BESITOS
La mustia

 
At Monday, November 06, 2006, Blogger : ) said...

Negrito creo que nada comparado con el susto de la caída de tu niño desde el sgdo piso !

 
At Monday, November 06, 2006, Blogger El Negro said...

Definitivamente. Nada se compara a ello. Pero en su momento estaba más espantado con la gente que entraba en camilla que de mi propio accidente.
Es cuestión de perspectivas.

 

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